Obra recomendada: “En el lugar de los hechos”…

El 16 de agosto en Corferias se hizo la presentación del libro “En el lugar de los hechos”, una recopilación de crónicas basadas en los hechos reales acontecidos a mediados de los años 80’s y 90’s  en por el periodista Francisco Tulande, durante sus transmisiones radiales.  El escritor David Sánchez Juliao y el periodista Juan Manuel Ruiz fueron los encargados de hacer una contextualización de este documento periodístico

Un libro de lectura obligada,  la novela en la que se narran algunas historias que han marcado la vida de Colombia, en esta edición les tenemos el prólogo escrito por el abogado y periodista  Roberto Pombo.

Prólogo

La cereza en el ponqué

Francisco Tulande es el reportero por excelencia. Cuando me senté frente al computador para escribir esta nota y cerré los ojos tratando de escarbar en los recuerdos, todas las imágenes que me trajo la memoria fueron las de un periodista, con papel y lápiz –o grabadora y micrófono- en la función de contar, de preguntar y narrar, de describir, de adelantarse a todos a la hora de contar las primicias.

Lo recuerdo en la gira europea del presidente Virgilio Barco, en la segunda mitad de la década de los ochenta. Barco no era fácil para los pe­riodistas. No era un hombre locuaz, sus movimientos eran más bien im­previsibles, no daba ruedas de prensa, sus itinerarios en aquel viaje eran todo menos habituales: desembarcó en Portugal por la población de Faro, en lugar de hacerlo por Lisboa; cambió el horario de salida para viajar a Madrid cuando menos lo esperábamos y nos obligó a cambiar también nuestras conexiones aéreas; y en Roma tomó la decisión de interrumpir la gira para regresar a Bogotá al enterarse del secuestro del dirigente con­servador Álvaro Gómez Hurtado a manos de un comando guerrillero del M-19.

Y ahí es donde ubico principalmente a Pacho Tulande en mis recuer­dos. Lo veo cuadrando el despertador a las horas más absurdas de la no­che para transmitir sus crónicas de viaje en los informativos de la hora, que su emisora al otro lado del Atlántico programaba sin excepción; lo veo saltando de un bus en plena marcha en el centro de Roma para per­seguir a un personaje que vio a través de la ventana; lo recuerdo dejando una comida suculenta medio servida para anticiparse a contarle a su au­diencia una noticia recién descubierta.

Este libro que recoge la narración de historias, muy bien escritas, cons­tituye la otra cara –y a mi juicio la más completa- del reportero Francisco Tu­lande.

Cada una de las crónicas que el lector está a punto de devorar (eso lo aseguro) es un mundo aparte. Es el drama inaudito de Simón, a quien le cambió la vida el día que estalló la bomba con la que Pablo Escobar destruyó el edificio del DAS y sus alrededores, y de paso estremeció a toda Colombia. Es la narración del viaje del presidente Barco por Orien­te, cuando estuvo al borde de la muerte tras el ataque sorpresivo de una enfermedad intestinal. Es la inverosímil historia de Marina, quien vive el espantoso episodio de la destrucción de la población de Armero y la muerte de millares de personas sepultadas bajo la avalancha de lodo. Es el mundo de la muerte visto a través del impacto que genera la violencia en personajes con nombre y vida propios en la Colombia semi-rural. Es el relato minucioso de una historia de gente de carne y hueso en las calles de la Nueva York de los latinos…

Pero da la impresión de que Tulande no escoge esas historias para des­cribir el drama humano que las configuran de arriba abajo. O al menos no sólo para eso. La lectura de estas crónicas dejan ver un hilo conductor que son las anécdotas de vida de sus personajes, pero de una manera casi imperceptible va tejiendo una trama más grande: la descripción muy bien lograda de todo el entorno que las cobija. En el caso de Simón se pin­ta el cuadro completo del país en los años de la guerra contra Escobar, con todos los elementos y sectores, delictivos, sociales y políticos que consti­tuían el panorama nacional en ese entonces. Con la anécdota de Virgilio Barco se logra mostrar qué pensaba como persona, como estadista, qué tipo de país le tocó gobernar, con qué grado de cercanía y de aislamien­to respecto al resto del mundo. Todos los capítulos son una minuciosa descripción de personajes, sentimientos, actos, grupos sociales, intrigas, dramas, amores, fatalidades, éxitos y frustraciones, con una sensibilidad espiritual y un rigor profesional tales, que acaban poniéndole la cereza en la cima del ponqué a la magnífica carrera de reportero a toda prueba de Francisco Tulande.

Recomiendo mucho esta lectura, para pasar el rato, para informarse sobre tiempos pasados, para sufrir y gozar de la mano de personajes reales y, al final de cuentas, para aceptar esta invitación tácita a reflexionar sobre el mundo y los tiempos en los que a él y a muchos otros nos correspondió vivir.

Roberto Pombo

Bogotá, Abril de 2010

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