Carta de los lectores

A veces la vida nos sorprende y nos deja la boca abierta sin palabras…pero el silencio es sano solamente hasta cuando nos es preciso hablar.

En 1985 inicié la actividad de mi vida con la publicación del primer Directorio Colombia Exterior, por medio del cual abrí puertas en Miami, Estados Unidos y por su puesto Colombia. El directorio se convirtió en el “medio de consulta” para cientos de colombianos en los dos países, incluyendo el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. Durante 22 años de publicación impresa, contactamos la comunidad y dimos a conocer a nuestros empresarios, profesionales, médicos, abogados y colombianos exitosos y trabajadores. En el año 2008 con más de 220,000 directorios impresos, publicados y repartidos entre la comunidad colombo-americana y más de 20 eventos realizados exitosamente promoviendo los bienes raíces, la salud, el comercio y el turismo en Colombia en los Estados Unidos, todos generados por este mismo servicio, se me ocurrió hablar con el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jaime Bermúdez Merizalde, exponerle mi trabajo y solicitarle un cargo por medio del cual pudiera seguir sirviendo a la comunidad colombiana. Después de verificar toda mi actividad, –ampliamente conocida por la comunidad–, me aceptó y muy claramente cuando yo le dije que no tenía diploma universitario, el me respondió, “no importa porque usted tiene la universidad de la vida”. Con esta respuesta quedé tranquila, demostrando como era necesario, que efectivamente compensaba la falta de diploma con el número de horas dedicadas a mi trabajo en los 22 años, las cuales resultaron en un número muy por encima a las exigidas administrativamente por el departamento de Talento Humano del Ministerio.

De este modo el 30 de septiembre de 2009, me posesioné como Cónsul General de Colombia en Chicago, habiendo renunciado a mi Ciudadanía Americana, para poder aceptar el cargo y efectuado el traslado de la ciudad donde yo había sembrado actividades comunitarias por 23 años para iniciarme en una nueva ciudad y ante una nueva comunidad.

En el mes de noviembre 2009, llegó una demanda de un hombre desconocido, llamado Misael Torres Ladino, contra la Presidencia de la República, el Ministerio de Relaciones Exteriores y contra el Cónsul General de Colombia en Chicago, representado en mi persona.

La demanda indicaba que debido a que yo no tenía estudios universitarios no podía ejercer dicho cargo.

Como es obvio la demanda no me preocupó porque yo estaba oficialmente nombrada con dos (2) decretos: el primero de fecha: 7 de Septiembre/2009, No. 3359 en el cargo de Cónsul General Grado Ocupacional 04 EX y el segundo con fecha del 27 de Octubre/2009, No. 4155, en el cargo de Consejero de Relaciones Exteriores Código 1012 Grado 11.

Sin embargo tomé un abogado para que correspondientemente atendiera la demanda al Consejo de Estado. El abogado presentó el mismo material que presenté al Ministerio, el mismo con el que fui nombrada.

Sorpresivamente, el 14 de julio /2010, recibí el fallo del Consejo de Estado en mi contra. En él que se me comunicaba que debía salir de INMEDIATO del Consulado porque la presentación de mi documentación incluidos los directorios –conocidos y utilizados por una gran cantidad de colombianos– no tenían un sello de Apostilla.

Daban otra segunda razón, alegando que el decreto con que había obtenido el nombramiento no había sido “motivado”. Cuando pregunté al Ministerio qué significaba esto, me respondieron que los decretos nunca van motivados, de lo contrario tendrían que incluir cada uno la hoja de vida de la persona. Los decretos llevan: el número, la fecha, el nombre y la acción a tomar de la persona que va a desarrollar el cargo.

Ante la situación, viajé a Colombia y puse una tutela, presentando las irregularidades que el Consejo de Estado no estaba tomando en cuenta. Entre otros 13 puntos legales, entre ellos, la existencia del Artículo 228 de la Constitución Colombiana que dice textualmente: que el Derecho Material, –o sea las pruebas de un trabajo realizado y presentado–, prevalecen o priman sobre el Derecho Procesal, –o sea que no había necesidad del sello–. Otro más, era que podían haber tenido en cuenta el segundo cargo con que había sido nombrada, el de Consejero de Relaciones Exteriores, pero dicho cargo, según el Ministerio de Relaciones Exteriores, tenía validez, ante todos los demás efectos, incluso los económicos porque bajo ese decreto fue que recibí mi salario, con excepción de lo relacionado con dicha demanda.

Pero aún esto no fue suficiente sino que fueron mucho más lejos cuando pasaron por alto la carta de insistencia que fue enviada por el Sr. Procurador de la Nación Dr. Alejandro Ordoñez Maldonado, para que mi tutela fuera por lo menos revisada, quien conociendo mi historia y mi trayectoria, pero sin conocerme personalmente, envió dicha carta obrando con la imparcialidad y justicia con que a él se le caracteriza, y que a Dios gracias el país cuenta con ese ser especial.

Tampoco les interesó dar crédito al Informe de Gestión que generé con mis actividades durante 10 meses en el Consulado, y que presenté a la Procuraduría General de la Nación a mi salida, con las siguientes cifras: Incremento en los servicios e ingresos del Consulado General de Colombia en la Ciudad de Chicago del 250%. Baja en los gastos de un 30% y realización de un total de 7531 trámites sin contar el proceso electoral, ni las consultas diarias telefónicas y personales de los con-nacionales las cuales religiosamente siempre fueron respondidas como le consta a la comunidad.

Mucho menos tuvieron consideración el hecho de mi renuncia a la Ciudadanía Americana. Se limitaron a decirme que tenía que salir DE INMEDIATO del Consulado, como si yo hubiera cometido algo grave y no accedieron ni siquiera a darme los dos meses de preaviso a que cualquier diplomático tiene derecho. Solo porque solicité de manera especial que me dejaran hasta después del 20 de julio, porque tenía el compromiso de la celebración de la Independencia y Bicentenario de Colombia en el Millennium Park, hecho que por primera vez lograba el Consulado en esta ciudad; por ello me dejaron unos días más.
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Sabor Amargo
Traté por todos los medios de entender qué había pasado. Y fue inútil para mi comprender en aquel momento que la política es diabólicamente sucia y que bien vale la pena no pertenecer a ella, tal como hoy en día puedo sentirlo y apreciarlo. Pero en ese momento no alcancé a captar y me enfermé con una parálisis facial que me quitó las posibilidades de sonreír y por lo tanto de trabajar o incluso de socializar normalmente.

Afortunadamente hoy ya todo pasó. Y estoy feliz sonriendo abiertamente por saber que soy libre para trabajar por mis ideales y no por los de otros. Y eso no tiene precio.

Pero, la causa de la enfermedad…
No fue por el colombiano o los colombianos que lograron cegar al Consejo de Estado y a la Corte Constitucional para dar un fallo acomodado con el que tenía que dejar mi trabajo. Fue por lo que significaba para mí el corte, el alejamiento de Colombia, de mi patria, por la que había trabajado 25 años seguidos, dando luz a su nombre con todas las actividades que creé, por ese patriotismo que llevaba en el alma y que me hizo crear el “slogan” “Cuando hablas bien de Colombia y de los colombianos, hablas bien de ti mismo”, ampliamente admirado por el Ministerio y por algunos cónsules, pero que tuve que reconocer que era errado desde el punto de vista “colombiano”. Que ahora tenía que entender que no iba a haber ninguna consideración de ningún tipo ni personal ni profesional, sino que fácilmente borraban de mi vida y ante la comunidad 25 años de trabajo, de entrega, de dedicación, de empeño dedicados a mi país Colombia, y que solo tenía que esperar todas las consecuencias personales y profesionales que a todo nivel esto me traería ante una nueva comunidad que apenas me conocía y ya sin mi ciudadanía americana que tanto trabajo me había costado conseguir.

Recuerdo que en aquellos días quise comentar lo que me ocurría con quienes siempre había tenido una magnífica relación como el Cónsul General en New York, Francisco Noguera, la Embajadora Carolina Barco quien había sido testigo de mis actividades cuando ella misma presentó durante una de nuestras cenas de los premios Colombia Exterior su programa Colombia Nos Une, el nuevo Embajador Silva, o la misma Cónsul en Miami Carmenza Jaramillo. Ninguno contestó a ninguna llamada mía.

Hoy, fuera de esas estructuras maquiavélicas, comprendo que cuando se está en esos cargos públicos todos tiemblan por grandes que parezcan, porque están a merced de ese ser superior al que deben rendir pleitesía aunque no sea de su agrado. Y comprendo que no hay nada más grandioso que ser libre y poder escoger nuestras actividades y hacia quien dirigirlas. Comprendo, que del tiempo de “La Pola”, hoy presentada en telenovela que nos recuerda nuestra historia, vemos que todo sigue igual, que es un rodaje de la misma película con diferentes actores. Comprendo que los valores no son tenidos en cuenta y que siguen conservando las políticas de odio y venganza a su conveniencia y no las que podrían ser de la conveniencia del país. Por eso, sigue la guerrilla que la Colombia de hoy no ha podido aclarar. Porque no es cuestión de matar al “enemigo” porque ese “enemigo” somos nosotros mismos porque su raíz está en nuestro propio corazón. Hecho que desafortunadamente no se ha cambiado, porque no hemos podido ni entender ni resolver el concepto. Porque todo es cuestión de crecer como seres humanos basando nuestra vida en los principios fundamentales de la honestidad, dignidad e integridad que es lo único que vale y no las componendas que los colombianos vemos normales sencillamente por costumbre. Un proceso largo de corregir? Largísimo mucho más cuando no existe la voluntad ni los principios para hacerlo. Comprendo que cuesta mucho crecer y me duele por mi bella tierra, por Colombia porque ella no tiene la culpa.

Y porqué pienso que: “el silencio es sano, hasta cuando nos es preciso hablar…”? Porque al escuchar el ir y venir de los comentarios de nuestros mismos colombianos, me hicieron entender que muchos tienen en su mente “esa es la cónsul que sacaron…quien sabe porqué…” Y en este caso el “porque” era preciso explicarlo y claramente.
Nancy Pulecio
http://www.colombiaexterior.com

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