Editorial Octubre 2011

Un cuarto de millón de nuevos empleos, por lo menos, se generarán en Colombia y miles en los  Estados Unidos, esa es una de las promesas del recién aprobado Tratado de Libre Comercio entre los dos países. 

Como todo llega cuando debe ser y no cuando queremos, el TLC que como tal fue promulgado por el ex presidente Álvaro Uribe, no logró que su aprobación; a pesar de todas las buenas relaciones con el gobierno del ex presidente George W. Bush, entre otras cosas, porque no contaba con la venia de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de la Unión Americana Nancy Pelosi.

Pero, como el que persevera alcanza, el presidente Juan Manuel Santos, tuvo a bien, nombrar como vicepresidente al sindicalista Angelino Garzón; una estrategia que le ha servido tanto para su política interna como externa. Justamente grupos sindicalistas de las dos naciones se oponían a la firma del TLC.

Mientras el tiempo pasaba (más de un lustro de espera)  y Colombia esperaba recibir el buen guiño  de los anglos con el TLC, el país cafetero vio la oportunidad de estrechar  lazos, finalmente con las naciones de la cuenca del Pacífico. Se ha ido abriendo caminos hacia otros mercados y ha ido preparando su infraestructura, especialmente la vial. Todavía falta mucho por recorrer sin embargo, este nuevo marco de intercambio es un reto que fortalecerá económicamente a los colombianos y pondrá una vez más  su ingenio y creatividad a funcionar.

Así como el 12 de octubre de 1492 se inició una nueva era para América con el descubrimiento, la aprobación en el congreso americano el 12 de octubre del 2011 ha abierto  un mundo de posibilidades, un redescubrimiento en la manera de negociar.

Por cierto, ahora que muchos andan celebrando, Andrés Pastrana ex presidente colombiano,  dice que el TLC se inició durante su mandato, en la época en que se concibió  el Plan Colombia, a finales de la década del 90. 

Habrá beneficios para muchos pero, como la moneda tiene dos caras, también hay quienes no están felices con el nuevo planteamiento comercial, que en últimas podría verse como un mal necesario en este globalizado mundo. Colombia no se podía rezagar de beneficiarse de un mercado  con la  poderosa nación con más de 300 millones de habitantes. 

Muy seguramente quienes estaban preparados para subirse en ese barco del TLC serán quienes inicialmente tienen mayores posibilidades de asegurar el éxito de sus negocios. 

Los empleos que generaran los acuerdos comerciales con Colombia, Panamá y Corea, probablemente le ayudarán a mejorar la imagen al candidato presidente Barack Obama.

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