Festejando años de lucha

La fecha que hoy se celebra con flores y felicidades a las féminas por su condición, no tuvo un nacimiento tan decoroso, más bien fue un largo parto de luchas y hasta muerte.

El 8 de marzo de 1857  decenas de obreras textiles del Bajo Manhattan en Nueva York, hicieron  huelga y protestaron en la calle por su denigrante ambiente laboral. Lucharon por igualdad de condiciones y por la humanización de sus labores.

Las protestas regresaron después de 50 años, esta vez para exigir que se redujera la jornada de trabajo diario a 10 horas pues hasta el momento debían trabajar 16. A través de los años las mujeres han seguido luchando por sus derechos, como el de hacer parte de sindicatos, tener salarios dignos, horas laborales equitativas; en 1908 se paró el trabajo de los niños. Miles de costureras industriales se fueron a huelga exigiendo todos estos derechos; sin embargo 129 de ellas murieron debido a que los dueños de la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York, las habían encerrado para obligarlas a trabajar y no hacer parte de la huelga.

Fue hasta el 8 de marzo de 1910 durante la  II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague que  se propuso el 8 de marzo como día de celebración de la Mujer Trabajadora. Países comunistas iniciaron esta celebración que se ha ido extendiendo por el mundo.

La ONU en reconocimiento de su papel fundamental y su contribución, el lema de este año del Día Internacional de la Mujer 2012 es Habilitar a la mujer campesina-Acabar con el hambre y la pobreza.

Las mujeres rurales representan un papel fundamental en las economías tanto de los países en desarrollo como de los desarrollados, pues contribuyen al progreso agrícola, mejoran la seguridad alimentaria y ayudan a reducir los niveles de pobreza en sus comunidades.

Estas mujeres constituyen el 43% de la mano de obra en el campo, cifra que llega a ser del 70% en algunos lugares.

La desigualdad entre los géneros y el acceso limitado al crédito, la salud y la educación son las principales dificultades que afrontan las mujeres rurales. Se calcula, por ejemplo, que el 60% de las personas con hambre crónica son mujeres y niñas. La crisis alimentaria y la económica, junto con el cambio climático, no hacen más que agravar la situación.

Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura estima que si las mujeres tuvieran un acceso equitativo a los fertilizantes, las semillas y las herramientas, la cantidad de personas hambrientas en el mundo se reduciría entre 100 y 150 millones

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